El Toreo de Cuatro Caminos, una majestuosa plaza de toros que durante décadas fue testigo de emociones, leyendas deportivas y culturales, ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de los mexiquenses y capitalinos. Este emblemático recinto no solo albergó épicas corridas de toros y legendarias luchas libres, sino que también fue símbolo de un México que vibraba con la pasión de sus aficionados.
Todo comenzó en 1947, cuando el Toreo se erigió en Naucalpan, en un cruce de caminos que conectaba la Ciudad de México con sus alrededores. Durante sus años dorados, las corridas taurinas llenaron de vida el coso, atrayendo a figuras icónicas como Fermín Espinosa “Armillita” y Eloy Cavazos. Sin embargo, el Toreo no solo brilló en los ruedos, sino que en la década de los 70 también fue hogar de la lucha libre, marcando otra época de oro para el recinto.
Pero como todo ciclo, llegó el momento de transformación. En 2008, el legendario domo fue demolido para dar paso al moderno Plaza Toreo Parque Central, un innovador complejo de oficinas, tiendas y entretenimiento que redefine el paisaje de Naucalpan. Lo que una vez fue un lugar de encuentros deportivos, hoy se ha convertido en un espacio vibrante de vida urbana.
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